¿Quién eres?

Un día me preguntaste quién soy, buscando en mí tu respuesta. Hoy, después de volver a ver la película ‘Ejecutivo agresivo’, este diálogo me ha recordado a ti:

- "¿Quién eres?"
- "Bueno... soy ayudante del gerente de una gran empresa de productos para mascotas."
- "Dave, no quiero que nos cuentes lo que haces, explícanos quién eres."
- "Oh, de acuerdo.. soy un buen tio y... me gusta jugar al tenis de vez en cuando..."
- "No nos interesan tus aficiones Dave, es más sencillo: dinos quién eres."
(...)
- "Yo sólo soy una persona tranquila y pacífica; a lo mejor soy un poco indeciso algunas veces..."
- "Dave, tu hablas de tu personalidad... yo quiero saber quién eres."

Sufrir y gozar

Tal día como hoy me tiré a la piscina, pero estaba vacía; te bebiste toda el agua creyendo que era cerveza y ni siquiera decidiste compartirla. Después te tomaste todos mis caramelos Smint creyendo que eran otro tipo de pastillas, y lo curioso fue ver cómo te hicieron el efecto que esperabas.

Cuando quise darme cuenta habían pasado los suficientes años para entender que debía revisar mi proyecto de vida. Me olvidé de tu nombre, jamás te quise (sólo por despecho) y nunca pude recuperar el manual de la buena conducta que olvidé, a propósito, en tu casa.

Y mientras tú, tan bonita como siempre, le regalas cada día una sonrisa al mundo que tanto odías, yo decidí dejar de sufrir, y gozar cada instante aunque fuera incomprendido y rechazado. Fue en aquel momento cuando descubrí que las personas que iban a compartir mi vida debían ser parecidas a mí, y no parecidas a como se suponía que tenía que aparentar yo.

Pero, sinceramente, resultó ser poco práctico. Jamás entendí a los hombres que maltratan físicamente a sus parejas, ni a éstas, al volver con ellos cuando decían estar arrepentidos. Nunca entendí por qué se mantiene una relación cuando ambas partes saben que ha terminado, ni la fidelidad a la infidelidad, o buscar en otros la libertad que está en uno mismo. Tampoco comprenderé nunca por qué entender es un agujero negro ni, por supuesto, a las mujeres que se transforman a sí mismas un sábado por la noche y no entienden al día siguiente por qué los chicos se marchaban al despertar.

Siempre me entristeció la falta de valores que encontré en el camino. Nunca fui capaz de entender cómo para estar cerca de alguien era imprescindible alejarse, la imperiosa necesidad de coleccionar a las personas como cromos, o que para conocer a alguien había que ser antes su amigo. Me he preguntado muchas veces qué habría sido de nosotros si hubieras aceptado mis pétalos de rosa aquella primavera en la que todavía no me dolía tanto la cabeza. Creo que ahora es cuando, y te reirás tanto como decías, debería estar buscando tu tarjeta. La ironía, sin embargo, será cuando yo me ría tanto cuando tú llores mi ausencia.

Me acostumbré a los fracasos emocionales, pero no aceptaré nunca la hipocresía ni la indiferencia; quién se engaña a sí mismo tiene un problema, pero quien además cree tener la razón, tiene dos problemas.

Me gustó fotografiarte; siempre dije que tu mirada era transparente. Cuando ahora veo las fotografías sólo me arrepiento de haberme equivocado. Para poder gozar también hay que saber sufrir. Y aunque para sufrir basta con uno mismo, ¿quién prefiere estar sin sufrir ni gozar?

Sabes que el día menos pensado la vida cambia, e inmediatamente pasas de estar feliz a triste, o al contrario. Es muy agradable ver cómo te acompañan en la alegría, pero cuando te encuentras solo en la tristeza te sientes vacío. Y te haces preguntas:

¿Por qué te echo de menos? ¿Cuándo encontraré mi camino? ¿Fichará el Barça a Villa?

He conseguido olvidar tu adolecencia de Peter Pan y quitarle importancia a las llantas de tu coche. Disfruto con las arrugas del atardecer de Madrid, y con Puccini encuentro la tranquilidad que me negaban tus cicatrices. Hoy sólo espero encontrar algo sorprendente, pues me he cansado de la rutina de la normalidad.

Cuando casi te doy la razón al seguir tu ejemplo, encontré un nuevo camino. Al final de ese camino me preguntarán si he querido lo suficiente, y al abrir mi corazón los demás se sorprenderán.

Eclipse




Se quejaba el Sol de que nunca podía quedar con la Luna. Ésta, argumentando motivos laborales, nunca podía coincidir con él.

Él, que era un romántico, se despertaba a primera hora para ofrecerle su mejor perfil y, por si la Luna se lo perdía, repetía el acto antes de salir del trabajo para tratar de seducirla. Era justo en ese momento cuando pretendía quedar con ella, tomar algo y contarse sus cosas... pero ella, inflexible, se debía a un horario y fichaba puntualmente en su puesto de trabajo.

Ella, que sabía del interés del Sol, a cambio le ofrecía cada noche su mejor cara... pero él casi siempre se quedaba dormido.

Estuvieron coqueteando y decepcionándose durante varios años, pero ninguno de los dos perdió nunca la sonrisa y la esperanza de encontrarse; sabían que tarde o temprano llegaría su momento, pues estaban hechos el uno para el otro y se necesitaban.

Y así fue, cuando un día el Sol decidió pedirle formalmente una cita a la Luna. Ella, encantada, consultó la agenda y accedió.

Pasó un tiempo hasta que lograron planear el encuentro. Ambos estaban muy nerviosos y sabían que disponían de poco tiempo:

"¿Y si no le gusto?" - Pensaba la Luna
"¿Fichará Villa por el Barça?" - Pensaba el Sol

Finalmente llego el día. Ambos se encontraron, por fin, y mientras la Luna esperaba una escena de seducción, se encontró a un Sol desesperado. Ella, sin embargo, accedió a sus proposiciones para limpiar las telarañas, pero al cabo de dos minutos, y sin darse cuenta, vio alejarse al Sol entre pañuelos pidiéndole a gritos su Facebook.

Él, contento y relajado, se fue a dormir. Ella, que se sentía triste y utilizada, encima tuvo que trabajar.

No se volvieron a ver hasta pasados unos años... los suficientes para olvidar lo que pasó entonces y volver a repetir la experiencia.

Sé que después de mí hubo otros, y lo sé porque tengo información de primera mano.

Sé que intentaste volver, por necesidad o melancolía, a unos brazos que ya no te pertenecen. Por suerte o por desgracia para ambos, esos brazos te conocían mejor que yo, cuando tanto trabajo me costó a mí rechazarte.

Sé que después de mí conociste y te enamoraste fugazmente de un mirlo blanco que te salió rana; dichoso presente que no libera el pasado de tu cama ni el futuro de tu mente.

Y lo sé porque un día, en el Templo de Debod conocí a dos tipos solitarios, y tras varias cervezas hablamos de ti sin saberlo. Los tres, derrotados, compartimos esa clase de intimidades que sólo se explican a personas desconocidas. Fue curioso como después de varios detalles los tres nos observamos; el más rápido disparó tu nombre y los otros dos asentaron con la cabeza y, con una extraña sonrisa de incredulidad, lejos de profundizar en detalles decidimos pedir otra ronda.

Y mientras las parejas que había a nuestro alrededor se besaban y deseaban amor para toda la vida -pobres ilusos-, nosotros levantamos nuestras copas para brindar, entre risas y lágrimas, mientras contemplamos como lo único realmente eterno y hermoso desaparecía ante nuestros ojos, otra vez, como cada tarde.

Estados de ánimo

Te quiero, pero tú todavía no lo sabes.

Te quiero, aunque ni yo mismo sé lo que quiero.

Te quiero, pero somos amigos; si me declaro y me rechazas ya nada volverá a ser lo mismo. Por eso es preferible deprimirse entre la duda y el falso rechazo, aún creyéndose correspondido, manteniendo el contacto con una amistad que realmente no es tal, pero aparentemente es mejor que la realidad.

Me lanzo al vacío...

Me quieres, y yo todavía no me lo creo.

Me quieres, y de repente eres la mujer de mi vida y yo resulto ser el hombre de tu vida.

Nos queremos.

Nos amamos constantemente hasta darnos cuenta que lo único que tenemos en común es la necesidad de cariño.

Te quiero y me quieres,
pero sólo el tiempo es capaz de conseguir que olvidemos eso con una escalofriante facilidad.

Se han cumplido dos años desde la implantación del carné por puntos y las estadísticas dicen que ahora hay 1.500 muertos menos. Desde ayer, los conductores que no han perdido ningún punto durante este tiempo han sumado dos nuevos puntos en su carné a modo de premio. La pregunta que se hacen estos conductores es: ¿si no he perdido ningún punto hasta ahora, para qué quiero dos puntos extra?

El éxito del carné por puntos es un simple espejismo, porque la realidad de las carreteras es la misma de siempre. El problema no son las multas, ni los radares que uno puede detectar y disminuir la velocidad en ese tramo. El problema es que faltan medios y agentes para llevar a cabo controles más estrictos, porque adelantar a la velocidad máxima permitida en el tercer carril de una autopista es, aún hoy, una cuestión de máximo riesgo, cuando en cuestión de segundos tienes detrás a otro vehículo que va a una velocidad mayor que la tuya y encima no respeta la distancia de seguridad.

Por otra parte, resulta incomprensible ver a diario como todavía hay conductores que no se abrochan el cinturón de seguridad, ya no por la multa que puedan recibir, sino por su propia seguridad con tantas campañas de publicidad y estadísticas de fallecidos por ese detalle. De la misma forma que a diario se habla con el teléfono móvil mientras se conduce, sin caer en la cuenta que la precaución es lo primero, y si uno no piensa en su seguridad ni la de los demás, al menos en la de su propio bolsillo, pues instalando un sistema de manos libres le saldrá más barato que pagar la correspondiente multa.

Recuerdo que, entre las quejas y la incertidumbre hace dos años, se planteó la posibilidad de premiar a los buenos conductores con tickets de aparcamiento en la zona azul o similares. ¿Dónde se ha quedado aquella propuesta? Ése sí sería un buen premio. Si bien los infractores pagan las correspondientes multas, los buenos conductores deberían tener compensaciones económicas, y la de aparcar de forma gratuita en el centro de las ciudades durante cierto tiempo sería mucho mejor recibido que aumentar en dos puntos el saldo del carné. ¿Acaso la DGT, después de dos años de precaución, nos invita de un día para otro a cometer infracciones por valor de dos puntos?

http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/45235

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