Me parece una auténtica vergüenza, sin ánimo alguno de defender al Gobierno, cómo los sindicatos están usando todo tipo de artimañas para evitar que el mayor número de personas no acudan a su puesto de trabajo, que no es lo mismo que el mayor número de personas acudan a la huelga que han convocado. Es triste que esas personas que quieren ir a trabajar, que lo necesitan, no van a poder hacerlo porque el transporte tendrá unos servicios mínimos indecentes, y hasta se ha tratado de chantajear, literalmente, a los abuelos para que ese día no cuiden a sus nietos, para dejar en casa a los padres de familia.

No voy a entrar en si esta huelga es necesaria o no, pero sí quiero denunciar cómo se está negando el derecho a trabajar a las personas que no desean secundar la huelga, por el motivo que cada uno tenga. No hay que olvidar que la solidaridad
es algo que uno elige de forma voluntaria y no se debe exigir; por algo presumimos de convivir en una democracia. También habría que ponerse en el lugar de esas personas que tienen un contrato temporal, o que sencillamente no se pueden permitir dejar de cobrar un día. Incluso habría que respetar a aquellos que sencillamente no están de acuerdo con la huelga y tendrán que sufrir la tradicional violencia de los piquetes, que en muchas ocasiones no tienen nada de 'sólo informativos'.

No se trata de una broma. Según un estudio encargado a Sigma Dos, si Belén Esteban se presentara hoy a unas elecciones obtendría representación parlamentaria. Si uno reflexiona esta noticia tampoco resulta del todo extraño, si tenemos en cuenta que Rajoy está ahora mismo más cerca que Zapatero de ganar las próximas elecciones, a pesar de ser menos valorado como político que el actual presidente del Gobierno.

Algo está cambiando en España en los últimos tiempos. Belén Esteban,'la princesa del pueblo' como se la conoce, y que datítulo al programa especial en el que van a participar personajes tan importantes en la vida social y política como Eduard Punset, Miguel Ángel Rodríguez o Pilar Rahola, entre otros, ha sido un fenómeno social que primero alteró la actualidad televisiva, disparando las audienncias de los programas en los que participa o se habla de ella, y ahora podría convertirse también, si quiere, en un interesante fenómeno político.

Sé que dar más importancia a una futurible figura política de Belén Esteban que a la huelga general de la semana que vieneparece una locura a todas luces, pero si uno se detiene a reflexionar un segundo comprobará que no lo es. Sólo con observar a Eduard Punset dedicando su tiempo a este fenómeno social, es digno de tener en cuenta acerca de su importancia.

Resulta que durante muchos años, demasiados, hemos vivido en nuestro país un bipartidismo político en el que se han ido intercambiando el poder, por errores del Gobierno de turno más que por las soluciones aportadas por la oposición. La tercera fuerza política jamás aspiraba a más que hacer pactos para sacar adelante sus propios intereses, y su número de votantes está siempre a años luz.

Esto ha hecho que el Gobierno y la oposición se dediquen a lo suyo, principalmente, antes que solucionar los verdaderos problemas de la población; los que votamos. Quizás por ello cada año aparecen multitud de casos de corrupción, de tramas urbanísticas, de ayuntamientos endeudados por culpa de la mala gestión, mientras los contribuyentes pagamos cada año un salario galáctico a unos diputados que, salvo los días importantes de votación (y aún en esos días algunos todavía le dan al botón equivocado), ni se molestan en ir al puesto de trabajo por el cuál están cobrando.

Todo ello nos ha llevado, otra vez, a una huelga general. Cada presidente ha tenido la suya, Zapatero no iba a ser menos. El problema no es actual si se mira con prespectiva; los sindicatos defienden al trabajador, o eso dicen, sólo cuando les conviene. De lo contrario, no se entiende que España tenga uno de los peores sueldos mínimos de toda Europa, que es incluso la mitad de otros países en los que supuestamente estamos al mismo nivel económico. La huelga general, absurda ahora mismo pero al mismo tiempo necesaria desde hace mucho tiempo, no va a solucionar este asunto. Tampoco cambiará la reforma laboral, que por un lado se entiende -en época de crisis- siempre que al quitar derechos al pobre también se le quite al rico.

En realidad, la huelga general propuesta por los sindicatos es algo que tenían que hacer de forma obligatoría, únicamente para justificar su posición, garantizada y bien remunerada. Precisamente por esto, el fenómeno de Belén Esteban es algo esperanzador, porque si bien es un personaje público que puede caer bien o mal, si no es ella debería ser alguien como ella la que irrumpa con aire fresco en la política española para que las cosas cambien, no de forma temporal y según los intereses convenidos entre los partidos políticos o los sindicatos, sino de forma definitiva y, a fin de cuentas, que sirvan de ayuda a la población general que es la que vota cada cuatro años. Y si ahora Belén Esteban obtendría una representación parlamentaría, por algo será. Sólo espero que, ella o quién sea, no caiga en malas manos y sea peor el remedio que la enfermedad; tal y cómo está el panorama, tampoco es cuestión de tener un Debate de la Nación Deluxe

El peligro es que caiga en malas manos...

http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/60077

Cajas de cartón

Hay objetos que están muy presentes en nuestra vida cotidiana y no le hacemos demasiado caso hasta que nos hacen falta, como por ejemplo ocurre con las cajas de cartón. Están por todas partes, reclamando nuestra atención a diario en los supermercados, estancos o al lado del contenedor azul de reciclaje… ese cubo incomprendido que no todo el mundo alcanza a saber cómo funciona, porque entre las personas que no saben que el cartón se coloca dentro y las que lo saben pero acumulan demasiada pereza como para discriminar la basura, acaba su jornada laboral el último de la fila acompañado de restos de otros cubos.

Pero la caja de cartón es única e irremplazable, un clásico necesario en cualquier mudanza. Es probablemente uno de esos objetos inalcanzables para la tecnología, muy a mi pesar en este caso. Hoy en día es posible guardar las fotos de toda tu vida en un pendrive que ocupa menos que algunos llaveros, y sustituir así las clásicas cajas de cartón para transportar todos tus álbumes de fotografía en papel...¿pero dónde guardamos la cristalería, vajilla y diferentes objetos que no se pueden digitalizar? ¡Ah! La caja de carton será eterna.

Aunque, cuidado, recopilar demasiadas cajas de cartón no está bien visto en una parte de la sociedad actual, ésa que basa su vida en las energías y la espiritualidad; los sibaritas de la mente que denomino yo. Normalmente son personas muy documentadas: leen muchos libros acerca de estos temas y/o tienen terapia personal con algún psicólogo que les marca unas pautas a seguir, por lo visto las únicas para todo el mundo. Cuando he conocido a este tipo de personas no sé muy bien si tienen razón, quizás sí, pero desde luego sé que su psicólogo es fantástico, porque hace realmente bien su trabajo con estas personas.

Pues resulta que acumular posesiones materiales forma parte de nuestro ego, qué cosas. Realmente entiendo que es más práctico comprar un objeto que sirva para llamar por teléfono, hacer fotografías y conectarse a Internet entre otras muchas cosas, y así tener menos ego, de acuerdo. Eso sí, personalmente prefiero tener más ego y usar diferentes objetos con sus correspondientes baterías, a que me falle un sólo objeto y no poder usar ninguna de esas aplicaciones... pero claro, para gustos los colores, y para ego, el de cada uno.

Esto del ego siempre me ha llamado la atención. Reconozco que mi autoestima siempre se ha mantenido bastante alta, quizás demasiado, aunque con bajones bruscos como cualquier otra persona en situaciones límite. Pero este tema espiritual que mezcla posesiones materiales con ego, no alcanzo a entenderlo por más que lo intento. Es decir, me choca, no acabo de comprender, que una persona que cada día se pasa alrededor de una hora en el cuarto de baño combinando las gafas, los zapatos y la blusa, y mil detalles superficiales más, tenga menos ego que yo, que en 10 minutos estoy lo suficientemente vestido y combinado para no parecer un pordiosero, por el simple hecho que esa persona disponga de menos cajas de cartón que yo. Supongo que algún día, tal vez, alguien me ilumine y me lleve por el camino de la verdad; tal vez esa misma persona me alquile un trastero en el ciberespacio, cuando se pueda habitar físicamente, del mismo modo que años atrás un cura vendía parcelas en el cielo... y aunque parrezca sorprendente había gente que las compraba.

En fin, cada vez que me toca hacer una mudanza aprendo algo nuevo. Resulta que durante todos estos años tenía el ego muy alto y no tenía ni idea. Ahora no sé qué hacer, con tanto ego acumulado en el pasillo de mi piso; venderlo para llegar mejor a final de mes, si deshacerme de algunas de mis posesiones para mantenerme más equilibrado, o sencillamente cambiar de amistades cuando comiencen a hablarme del ego y la espiritualidad.

El precio del poder

Muchas veces me he preguntado qué cambia realmente a una persona: el dinero o el poder. En Barcelona, y supongo que también ocurre en otras ciudades, hay hombres y mujeres con dinero que alquilan habitaciones libres de su casa a cambio de lo que carecen: dinero, sexo, conversación, compañía al fin y al cabo, o simplemente tener la sensación de poder sobre alguien, casi siempre debido a sus múltiples frustraciones personales.

Acerca del poder, recuerdo al gran Pepe Rubianes, que en paz descanse, cuando decía aquello de que cuando a un ignorante le daban poder enseguida aparecía el fascista; recuerdo además, con su sarcasmo habitual, que casi siempre ponía a Bush de ejemplo. Supongo que por eso hay tantas personas que un día tuvieron mucho poder, y lo perdieron tan rápido como lo consiguieron; Julián Muñoz, que si no estoy equivocado era camarero años atrás, puede ser un buen ejemplo de ello.

Pero en esta ocasión quiero hablar de un tipo de persona que cada vez es más común en nuestra sociedad: el canalla. Hay personas que son capaces de hacer el bien, a veces incluso por pura casualidad, y vivir de ello todo lo que pueden. Es el caso de Jesús Neira, aquél héroe que conmovió a una sociedad sensibilizada con el maltrato de género al ayudar, según dijeron, a una chica cuya pareja estaba agrediendo. Él se llevo la peor parte, estuvo más muerto que vivo durante mucho tiempo y cuando ‘resucitó’, tuvo como premio un cargo público en el gobierno de Esperanza Aguirre en Madrid, oportunista como pocas en todo aquello que pueda dar votos.

Pues ahora resulta que el héroe de Jesús le ha salido rana. Tampoco, al menos para mí, ha sido una novedad, pues sus primeras intervenciones públicas en la televisión ya hacían presagiar que a este tipo le hacía falta un poco de humildad, y hasta cierta educación en sus ataques al Gobierno de Zapatero. Pero siempre escuché aquello de que el tiempo pone a cada uno en su lugar, y a Jesús Neira el tiempo le ha puesto donde le tenía que poner, porque él no ha dimitido ni por casualidad.

El problema más grave, qué duda cabe, es que lo han pillado circulando en estado de embriaguez, triplicando la tasa de alcoholemia permitida. Por ello sólo le han condenado a 10 meses sin carné y una multa de 1.800 euros. Pero lejos de reconocer su error, como hizo en su día por el mismo motivo Nacho Uriarte, el que fuera presidente de las Nuevas Generaciones del PP, o el mismísimo Mariano Rajoy hace sólo un mes, cuando grabó un mensaje con una videocámara en la que se podía observar al azote del Gobierno sin usar el cinturón de seguridad obligatorio, Jesús Neira no ha reconocido su error. Además, para añadir más irresponsabilidad de la que ya ha demostrado, asegura que sólo tomó media copa de vino y un chupito, y que el resultado de la alcoholemia es fruto de la mezcla que hizo con los medicamentos que toma de forma habitual.

Reconozco que se me hace difícil entender como una persona que trata de expresarse tan bien delante de una cámara sea tan poco inteligente para saber que no puede tomar ni una gota de alcohol si está medicándose. Si, además, tiene un cargo público y debe ser el primero en dar ejemplo. Y, para colmo, si le gusta tanto criticar a quién se le ponga delante, no sea capaz de actuar de forma más responsable y cuando le pillan, no tenga la decencia de reconocer su error.

http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/59549

Egocentrismo (irónico)

No callo, lo sé. Me despierto por la mañana hablando con la radio del despertador. Acostumbro a hacerlo solo porque las mujeres que duermen conmigo no suelen repetir, y alegan que hablo hasta cuando estoy dormido. Por suerte sólo ponen esa excusa.

Me gusta hablar, comunicarme, qué le vamos a hacer. Además como al hablar me interesa lo que digo, me recreo. Y si un día me aburro me pongo el ipod y escucho música, porque tengo esa suerte que no disfrutan otras personas de tener la obligación de mirar a los ojos del que te está hablando.

Me paso el día hablando, por teléfono en el trabajo y con los compañeros, por la calle cada vez que acecho a cualquier dependiente solitario o en ‘petit comité’, o cada vez que tengo la más mínima ocasión. Después de muchos años de escuchas silenciosas e importantes dolores de cabeza, he aprendido a defenderme atacando primero.

Cuando llego a casa y no tengo con quién hablar, como no tengo mascota y hace mucho tiempo que dejé de chatear, escribo. En realidad hablo conmigo mismo, en silencio eso sí, con la hoja en blanco del Word, hasta que un día desapareció ese clip de ayuda que muy amablemente se ofrecía a ayudarme. Nunca dejó una nota con el motivo de su marcha.

Quizás dentro de un tiempo acabe hablando solo por la calle, predicando alguna religión que todavía no existe o pidiendo dinero por el metro para pagarme una mariscada, no sé. Pero, hablando del metro, observo tanta gente solitaria de aspecto triste y que apenas se comunica más que lo necesario, que me asombra; mientras para ellos yo soy el raro, el que nunca se calla ni debajo del agua, para mí los raros son ellos.

Pero es cierto que hablar tanto acaba siendo agotador, hasta para mí, aunque me interese lo que digo y tenga muchas preguntas que responder después. Por suerte te tengo a ti, que cada día te veo, y te necesito, para descansar un poco y recuperar fuerzas. Gracias a ti soy incapaz de articular una palabra, y mucho menos pensar cuando estás delante de mí; con esa dulzura en tu mirada y el aura de tranquilidad que te rodea. No tengo ni la menor idea de cómo suena tu voz, ni cuánto hablas o callas en confianza, pero estoy seguro que eres completamente diferente al resto de muertos en vida que cada día comparten este tren con nosotros. Aunque sólo sea por la osadía de poner mala cara a todo el que mira el piercing que te has hecho en el escote.

No soy creyente, para qué mentir. Cuando me hablan de Dios trato de cambiar de conversación, o en su defecto de amistades. Pero si creo en algo es en las señales, las cosas que ocurren cuando no las esperas, tanto las buenas como las malas. Y hoy, en un tren con dirección hacía Castelldefels, observé que ha llegado el Apocalipsis.

Estaba sentado tranquilamente, escuchando música, cuando de repente escuché un grito terrorífico justo detrás de mí. Cuando me giré no observé nada extraño, así que creí que debió ser producto de mi imaginación, tal vez por el estrés de los últimos días, hasta que volví a escucharlo con mayor estrépito si cabe. En esta ocasión si llegué a girarme a tiempo para conocer la causa, y resultó ser ¡un niño pequeño!

Soy consciente que un niño de esa edad no tiene conocimiento, grita porque tiene que gritar y ya está. Incluso podría aceptar el hecho de padecer las incomodidades que proporciona la satisfacción de ser padre, para el que ha elegido serlo y siente además la imperiosa necesidad de compartir su experiencia con los desconocidos que le rodean.

Debo advertir que aquello no era un simple grito, sino el anuncio del Apocalipsis en arameo, creo que con versos rimados y todo. Yo no podía decir nada, qué iba a decir después de media hora de discurso sobre cómo y cuándo llegará (aunque creo que dijo que comenzará en Barcelona), que por cierto nadie entendió, y si algo me molesta más que el ruido es quedarme con la duda de algo.

El pobre anticristo estaba acompañado de tres mujeres: todas ellas de diferente generación. Curiosamente la más mayor de las tres fue la que inició el proceso, y soltó toda su furia por la boca, llena de improperios e insultos (¡hasta llamó al vigilante de seguridad del tren!) cuando una pobre chica, cansada del escándalo pensó que si pedía por favor que tratasen de no alterar al niño, dándole un chupete en lugar de animarle a jugar en un lugar público, acertaría a descansar en la media hora que tenía de viaje hasta llegar a su destino. Los que acompañamos a esa chica, después del espectáculo, pensábamos lo mismo que ella se atrevió a decir en voz alta, intercambiamos miradas de complicidad y aguantamos el tipo de la mejor manera posible. Incluso observé, cuando se bajó una parada antes que yo, cómo al pasar por delante de esa mujer tuvo que soportar su mirada desafiante, así como la del propio vigilante de seguridad, que por alguna razón que desconozco quedó aparcado justo a mi lado, como si estuviera custodiando algo valioso. Durante ese rato sentí lo incómodo que debe ser para esa gente importante que lleva seguridad todo el día.

Al llegar esta noche a casa y leer los periódicos, lo entendí todo. Hace algo más de una semana, una serpiente se coló en un piso de Barcelona; pocos días después un lagarto enorme fue capturado en el jardín de una casa a pocos kilómetros. Comento esto porque hace dos noches una familia de jabalíes se paseó por las calles de un céntrico barrio barcelonés, no muy lejos de donde apenas hace menos de un mes fueron vistos unos cerdos salvajes en el parque de la Guineueta.

A veces me pregunto por qué leo los periódicos, o por qué viajo en tren. A veces, también, me pregunto cómo la raza humana ha sido capaz, hemos sido capaces, de cambiar tanto en tan poco tiempo.

Ahora que observo en las librerías que anuncian en forma de libro el fin del mundo para el 2013, y otros, más previsores en cuanto a las ventas, para el 2020. Desde aquí voy a dar la exclusiva: ¡El Apocalipsis ya está aquí!

Los animales se están instalando, poco a poco, en Barcelona, y nos acechan con la misma paciencia que Noé construyó su barca y llevó a cabo su proyecto. Los científicos ya alertan de la próxima llegada del ‘Aedes aegypti’, el mosquito egipcio que convertirá las picaduras del actual mosquito tigre, en un futuro próximo, en simples caricias que entonces echaremos de menos.

Por suerte aún sigue haciendo calor; mucho calor. Eso sí, en cuanto caigan cuatro gotas que todo el mundo coja un rosario y busque su propia barca, porque lo siguiente será el diluvio universal, el juicio final, y el descanso eterno… ¿o no?

Ropa digital

Resulta que Zara, del Grupo Inditex, ha puesto en marcha su tienda ‘online’ y esto por lo visto es algo novedoso en el sector textil, aunque haya otras empresas que desde hace algunos años ya venden su ropa digital. Esta noticia coincide con la de otra tienda de ropa, de las de toda la vida, que ha puesto en marcha ‘el probador virtual’, y consiste en probarse la ropa y ponerse delante de una videocámara para recibir la opinión de tus amigos o familiares.

Tanta tecnología de repente me ha hecho pensar. Quizás dentro de poco tiempo tendremos que dejar de comprar las bolas de naftalina para evitar las polillas en el armario, y sencillamente lo actualizaremos un antivirus especialmente diseñado para, quién sabe, esa ropa moderna y digital que se vislumbra en el horizonte, de camisetas que se lavarán en seco y en silencio pulsando tan sólo un botón, o de pantalones tejanos provistos de telefonía, cámara, música y auriculares incluidos, entre otras ‘comodidades’. Y a todo esto, por supuesto, cabe decir que los nuevos virus, mucho más agresivos; seguramente serán en 3D.

Pero que nadie se haga ilusiones, en realidad eso no va a pasar. Tengo un amigo que de vez en cuando viene a verme desde el futuro, y me ha explicado que la venta de ropa digital fracasó en España. Cuando me dijo el motivo lo entendí enseguida. Resulta que la mayor parte de hombres estaban encantados con la idea al principio; se libraron de los paseos interminables de tienda en tienda y de aguantar largas esperas en la cola de los probadores. Sin embargo a las mujeres, que son las que más compran, no les acababa de gustar esa idea tan fría de comprar, sin probarse antes diez o veinte productos similares aunque finalmente no comprasen nada en ese momento. En realidad, me dice mi amigo, muchas mujeres acaban comprando una prenda de ropa cuando ya se han aburrido de probarse todas las que no se pueden permitir. Amén.

http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/59309

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