Libre y esclavo

Hoy he recibido un e-mail de Ángel Herrera, un escritor con el que hace tiempo estaba en contacto. Me explica que ha publicado su novela ‘Un mundo idílico’, y a falta de buscar más información sobre ella, imagino que claramente se debe tratar de ciencia ficción :-) Acabo de llegar a casa y ese e-mail, y sobre todo la ausencia de otro e-mail que me hubiera gustado recibir, me han invitado a reflexionar, después de mirar el calendario y darme cuenta que está terminando el mes de mayo. Después de un mes volcado en un proyecto personal, y justo hoy lunes cuando empecé con la segunda parte que lo completará, este e-mail me ha recordado que mis proyectos literarios siguen ahí, estancados, porque una y otra vez me entretengo en recibir y atender amistades que quizás nunca sean verdaderas amistades, pero benditas sean sus sonrisas y buenos momentos de felicidad y tranquilidad, de cervezas y vino, o de helado de las Bermudas en mitad de Florencia. Como breve resumen, en estos meses descubrí la madurez, relativa a veces, de los 21 años del extranjero; la sonrisa tranquila y eterna de Polonia instalada en cualquier lugar, sin domicilio fijo y con su arte como oficio y beneficio, y las técnicas de ligue que emplean algunas chicas de Bulgaria. A todo ello hay que añadir a una chica francesa con acento andaluz, que si bien no tenía pensado invertir más tiempo en quimeras, solo por la curiosidad de escuchar un acento como ése y la experiencia que tiene a sus espaldas, creo que este fin de semana merecerá la pena hacer un hueco en mi agenda. A partir de junio comienza mi nueva vida, más libre que nunca, tan esclavo como siempre. Hoy recordaba la canción que hace ya unos cuantos años me hizo ver cómo era la realidad: li

Eres vegetariana convencida, pero probaste el fuet, el chorizo y toda la carne que viniste a buscar. Inauguraste mi apartamento con más pena que gloria, para qué engañarte. Llegaste a Barcelona con billete de ida y vuelta a bordo del cometa Halley, sin una palabra de español y abrazada a una mentira, y con un body bien doblado en el bolso, pero te olvidaste el cepillo de dientes en el mismo lugar adonde se marchó tu vergüenza después de la segunda copa de vino. Por lo visto nadie te ha enseñado aún que con la verdad se va a todas partes, tal vez sea una cuestión intercultural, o simplemente producto de tu juventud. Cómo iba a pensar yo que con ese cuerpo te ibas a preocupar, además, de cuidar tu mente. Si el lunes suele ser el peor día de la semana, aquella fue la mejor noche de los dos últimos meses. Lo digo porque gracias a ti, hoy, quiero y valoro –aún más, si es posible- a mi buena amiga canadiense, más joven que tú pero mucho más inteligente y sincera. Mi tristeza es comprobar, una y otra vez, lo difícil que es encontrar otra como ella en esta ciudad, país o continente. Quizás te sientas orgullosa de haberme engañado y a tus ojos verdes, lo mejor que hay en ti, les parezca raro que un hombre se sienta utilizado. En realidad solo te has engañado a ti misma, y lo sabes. Saluda a tu pareja de mi parte cuando vuelvas donde habita el olvido. Me dejaste la almohada llena de pelos, la Martenitsa que he lucido con ilusión hasta hoy y dos postales de Bulgaria huérfanas de palabras y sentimiento alguno, que guardaré junto a tus fotografías en el cajón de las decepciones. Espero que mi ciudad te haya tratado mejor que a mí. Too good to be true, como decías tú mientras nos despedimos hasta el día siguiente. Hasta siempre.

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