Detalles

En tiempo de crisis conviene ahorrar hasta con las palabras. Así pues, hoy intentaré quedarme sólo con la belleza de las imágenes, las miradas expresivas, los silencios compartidos y los detalles.

Se abren y se cierran puertas que no existen, se habla, se escucha a gente hablar. Se prohíbe cuando está prohibido prohibir, se escucha, se oye a alguien decir algo. La vida suele cambiar con un beso, ése que se insinúa, se negocia o se rechaza; el que se recuerda y el que se olvida, el que hace que te arrepientas por haberlo dado o por no haberlo hecho en toda la vida.

Pasan los años y mientras unas personas cambian, otras siguen igual, pero todo el mundo evoluciona de alguna manera; casi todo el mundo lo hace físicamente, otros, además, lo hacen por dentro, aún entrando en contradicción consigo mismos. A veces se necesitan varios años, o el tiempo que pasa entre una copa y otra.

Me cuentan que nada es para siempre, que tarde o temprano todo se acaba. Pero no es del todo cierto porque los recuerdos siguen ahí, para siempre. Por mucho que se traten de borrar, de archivar. Es algo que he podido comprobar muy recientemente. Los recuerdos son –qué cabrones- los que nos hacen sonreír en aquellas situaciones imprevistas, pero también lamentar en aquellas otras ocasiones que pudimos controlar.

Hoy entiendo que la vida es una sucesión de acontecimientos cuyos detalles son, al final, lo verdaderamente importante. Una llamada telefónica, un mensaje, un abrazo o un beso en el momento más imprevisible suele ser, a menudo, un gran soplo de aire fresco por el cuál dar las gracias…

Por ejemplo a ti, que me lees en la clandestinidad, pues me pediste que escribiera algo bonito y esto es lo único que se me ha ocurrido. Si no te ha gustado, siempre puedo volver a inundar de flores tu balcón, o tocarte el culo en sociedad y huir calle arriba hasta desaparecer ;-)

A ti, por las cinco horas de charla del otro día, castigos y diferentes formas de ver las cosas aparte ;-)

A ti, por esos besos en la mejilla que ya había olvidado y tanta falta hacen a veces.

Y a ‘mi catalaneta dels cullons’, cómo no. Al fin y al cabo parece que todos los caminos me conducen hasta Aribau, de una forma u otra. Ya ves. Por lo absurdo de seguir respirando, ya sabes :-)

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