El arma

El pasado viernes por la noche me sentí completamente avergonzado. Estaba junto a unos amigos en el metro, hablando de nuestras cosas y dirigiéndonos a nuestro destino. Alrededor nuestro mucha gente como nosotros, cada uno a lo suyo. De repente entró en el vagón un oscuro personaje, alguien que desentonaba claramente con todos los demás; su mirada fría y ausente, así como el arma que sujetaba entre sus manos, llamó la atención de todos nosotros, pero nadie se atrevió a increparle.

Nosotros tratamos de molestarle con eructos, producidos por nuestro pequeño botellón público, otros sin embargo fueron más allá y se pusieron cerca de él subiendo al máximo el volumen de su iPod; pero no hubo forma de ahuyentarlo.

Después de unas pocas paradas, y antes de llegar a su destino, el tipo en cuestión levantó la mirada sin perder la concentración, cerró su libro y con cierto aire de superioridad, se bajó finalmente en su parada. Nadie se atrevió a increparlo… el libro tenía por lo menos 1.000 páginas.

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