Qué fácil sería si, como ocurre con las compras, las personas fuéramos capaces de ofrecer facilidades de pago entre nosotros; como si de pronto un día respondiéramos con un abrazo a quien busque la complicidad con su sonrisa, en lugar de pegarle un tortazo con esa mirada que tiene la gente cuyo trabajo es vender sus miserias a precio de liquidación por cierre de amabilidad.
Etiquetas: Reflexiones
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