La extraña educación

Han pasado dos años. Por lo visto no es el tiempo suficiente para olvidar una mirada que se cruza con la mía, y en unas centésimas de segundo ambos ponemos esa cara de idiotas que a todo el mundo se le queda mientras su cerebro procesa a toda prisa a quién asociar esa cara.

Es sorprendente lo rápido que podemos llegar a identificar a una persona en esas centésimas de segundo, entre tantos cientos, miles, de personas que se han cruzado por nuestro camino en alguna ocasión. Aunque su pelo tenga hoy otro color, o la persona que le acompañe sea un auténtico desconocido para nosotros, el cerebro tiene perfectamente identificada al sujeto. Aunque claro, en tan breve espacio de tiempo uno no puede reaccionar, justo en ese instante ambas personas ya se han reconocido, y aunque ambas quisieran seguir su camino sin más, no pueden. La educación es un valor de extraño uso. Mientras los dos tratamos de recordar el nombre en las próximas centésimas de segundo, se intercambia un educado y absurdo diálogo tras los dos besos de rigor:

- ¡Hola...! ¿Qué tal? Creí que estabas...
- ¡Hola...! Sí, estaba... pero ya no, por aquí ando, ahora salgo del trabajo.
- ¡Ah! Nosotros venimos de...
- Bueno, pues cuídate, ¡que vaya bien!
- ¡Igualmente!

En los próximos minutos, mientras camino Rambla Cataluña abajo y descubro que una de mis librerías favoritas ya no está, que otros tantos comercios han cerrado o están en proceso de hacerlo, siento que vivo en una ciudad que un día dejo de ser mía, quizás para siempre. Al mismo tiempo, tras lo sucedido, me pregunto por qué muchas personas son tan educadas con las personas que un día perdieron el contacto -aunque no tengan intención de recuperarlo ahora- y sin embargo esa educación, ese respeto y esa atención, no se tenga con las personas que a diario nos rodean, o simplemente desaparezca de repente.

Algún día lo entenderé.

0 Comments:

Post a Comment



Entrada más reciente Entrada antigua Inicio

Blogger Template by Blogcrowds