El 29 de un mes cualquiera

Lo veo. De Barcelona a Madrid. Aire fresco, nuevo aire que respirar, por fin. De Madrid ¿A Lisboa? ¿A Sevilla? ¿A Benidorm? ¡Menuda Semana Santa de procesión kilométrica! Lo único seguro es que el día 11 volveré a Santiago de Compostela, esta vez de cualquier otra forma diferente a la de ir caminando. Y la propuesta de León o Cuenca siguen en la lista, a continuación de Marrakesh, Roma (en mayo, sólo si el Barça hace lo que tiene que hacer) o cualquier otra ciudad europea que Ryanair me ofrezca a un máximo de 5 euros por vuelo. Quizás, también, con algún que otro apaño a New York en el horizonte o la locura de Australia, un sueño cada vez más cercano. Dame una carta.

Perfecto. Veo y doblo la apuesta. Sé bien lo que es jugar con la mejor de las manos y salir perdiendo, así que ahora sólo puedo ganar y celebrarlo el 29 de un mes cualquiera, con un mojito y en la mejor terraza de Ibiza, viendo como su atardecer es el comienzo de nuestra soledad.

Lo sabía, gano yo. Es una lástima -y un alivio- haber ganado a tu trío con un farol por falta de valor. Hubiera firmado tablas tras la tregua, pero las cosas pasaron porque supuestamente tenían que pasar así. Paciencia. Lo dicho, ese día y ese fin de semana, estaré en esa terraza parra invitarte a un mojito muy cargado de falta de explicaciones, si lo deseas. De todo lo demás, ya no me acordaré.

Vuelvo al aeropuerto, suena el teléfono, no entiendo nada. Llego a casa y deja de sonar ese teléfono... sigo sin entender nada. 2 de abril de 2009, ¿qué pasó la semana pasada, qué pasó también ayer? Sigo sin acordarme de nada... qué mala memoria la mía, que casi siempre olvida casi todo pero a veces, y sólo a veces, también recuerda... por aquello del instinto de supervivencia.

Esta vez sí, querida, me despido de ti y de tus incoherencias para "siempre". Lo entrecomillo porque contigo nunca se sabe, ni yo sé tampoco para contigo. Como te decía, el 29 de un mes cualquiera me tomaré un mojito en la mejor terraza que encuentre en Ibiza, que no será la más cara ni la más barata... simplemente será la que a mí me guste y, si además coincide con la que te guste a ti también, ahí nos veremos de nuevo. Corre, aunque no lo hagas... aún quedan vuelos baratos que desaprovechar para terminar pagando a última hora 10 veces el precio de lo que ahora cuestan.

¿Bailas conmigo, querida, desnuda de ropa y tal vez, sólo tal vez, desnuda también del alma?

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