Después de algunos años preguntándome quién me robaba el mes de abril, este año he sido yo el ladrón, deshonrando el oficio eso sí, al hacerlo de forma honrada y legal.
Este mes me he despertado en las madrugadas y bostezaba durante las mañanas, reflexionando sobre si el pantalón hace al culo o viceversa, rodeado de Alí Baba y los 140 ladrones, de los cuales el número 93 me declaró una guerra silenciosa –torpe y absurda- fruto de la desesperación que, por intuición, atribuyo al enfado que aún debe tener con su peluquera. Acepté barco como juego de entretenimiento, y contraataqué con mi mejor artillería, que a menudo suele ser el rencor bien entendido y los buenos modales en aquello del ‘váyase usted a tomar por culo’ mientras dedico la misma y amplía sonrisa hipócrita.
Ya está todo el pescado vendido, ahora solo hay que esperar a que pase el resfriado para oler a sardina o bacalao. Yo he sido esta vez el que robado el mes de abril, en medio del incendio que escucho cada día cuando a mi compañero de al lado le suena el móvil, la paciencia que cultivo escuchando la radio de fondo, de la que por cierto parece que van a cambiar la emisora a partir del lunes. No será verdad…
Hasta entonces y dentro de unas horas, despedida argentina y recepción francesa; no sin antes un buen café expreso a la italiana y cómo no, una buena dosis de humor inteligente a la catalana. Supongo que encontraré algún momento libre para revisar el libro que se escondió hace unos meses en una caja de mudanza, y ahora vuelve a pedir paso en el cambio de ropa de temporada. Quizás dentro de unas semanas tenga novedades… si decido no cambiar muchas cosas, a lo mejor lo presento al Planeta aunque solo sea por pasar el rato.
Etiquetas: Diario
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