Noches de Pipiolo y Velvet

El pasado fin de semana fue para mí, de lejos, el mejor en mucho tiempo. Organizar una cena para 40 personas no es sencillo, aunque siempre se agradece que haya personas que se ofrecen a facilitarte el trabajo y echarte una mano. Al final conseguimos sentarnos los 40 en el restaurante, pero eso no fue lo más sorprendente.

Después de la cena, las risas, las fotos y las despedidas de los que al día siguiente madrugaban (conste que yo tenía la intención de empalmar pero al final no pudo ser), se sumaron más personas a las copas, y lo sorprendente fue conseguir meter a 43 personas dentro del Pipiolo, que no se caracteriza precisamente por ser un local muy grande. Entramos, vaya si entramos. Y con las canciones de fondo, más copas, risas, guerra de kilos y las fotos que nunca falten para reflejar el buen rollo y el rato tan agradable que pasamos.

Para terminar, como siempre últimamente, Velvet. Al principio sólo fuimos cuatro, entre los que se marcharon a casa, a otra discoteca o se quedaron en el Pipiolo hasta que cerró, pero en apenas media hora ya nos habíamos juntado otra vez más de diez personas y más de uno terminamos descamisado… pasándolo genial.

Como no podía ser de otra forma, a esas horas, faltaban los churros con chocolate. Y una vez más, cayeron. Y aunque de camino al metro todavía nos planteamos la posibilidad de ir a la caminata de Garraf, decidimos que lo más sensato era recuperar las agujetas que empezaban a notarse del tenis; sabia decisión, aunque me hubiera gustado ir al menos a la butifarrada. La próxima vez iré.

Gracias a tod@s los que vinisteis; a los del tenis el sábado por la mañana y a los de la cena el sábado por la noche.

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