Tan deprisa

"Iba tan deprisa que no te vi pasar
tan deprisa que no veía nada,
tan deprisa que me perdí el paisaje
y la belleza que me rodeaba.”
(Jarabe de Palo)

Paseo por la Diagonal y observo cuan diferente es una misma ciudad, partida por dos, y dividida entre toda su gente; mujeres anoréxicas que presumen con orgullo su talla, hombres con traje y corbata que miran por encima del hombro, pijos de postín que interpretan su papel. Y todos están solos y solas. Mucha gente sola tomando un café en los bares y terrazas.

Llego a Francesc Macià y mientras echo de menos el Pokin’s, me hago una pregunta: ¿Qué hacía un sitio como ése en un lugar como éste?

A partir de ahí la ciudad es otra. La Diagonal es la única calle de Barcelona que une y divide por unos metros a los ricos y los pobres, pero desde Francesc Macià huele diferente. A partir de ahí hacía el centro, todo es tráfico y polución... atrás queda el agradable olor que desprende la hierba cuidada en las zonas comunitarias de los edificios más selectos.

Sin embargo toda la Diagonal tiene un nexo en común, de igual modo que con el resto de la ciudad; las prisas. Hay muchísimas personas con prisa; los peatones en los pasos de cebra, los conductores en los semáforos, los ciclistas… por todas partes. A medida que uno se adentra en la ciudad, encuentra más gente con prisa a su alrededor.

He observado que todo el mundo vive deprisa, camina deprisa, y sin embargo son pocas las personas que llegan puntuales a sus citas, sus compromisos. Hoy, mientras observaba y reflexionaba, recordé que alguien me dijo un día que el que va con prisas en la vida puede llegar a tiempo, pero el que va despacio llega siempre más lejos.

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