Un día casi perfecto


Hace bastante tiempo que aprendí a dejar atrás el miedo de viajar solo a cualquier lugar desconocido; la vergüenza de no compartir con nadie el desayuno, una comida, una copa en buena compañía.

Desde entonces y hasta hoy, por contrapartida, disfruto como un niño con esos pequeños detalles que giran a mí alrededor, aquellos que a otras personas se les escapan entre la prisa y el estrés que les persigue incluso cuando están de vacaciones. Hoy, sin ir más lejos, sin haber hecho nada especial, ni haber visitado ningún lugar turístico de esta maravillosa Mallorca, ha sido un día casi perfecto.

No hice otra cosa, además de pensar en ti, que pasarme tres largas horas al sol en la playa de Son Moll. Después, una paellita en la terraza del paseo marítimo (precioso), y después de dar un paseo por la zona comercial y comprar algunos recuerdos, otra horita más de sol, esta vez en la piscina del hotel. Desde entonces y hasta ahora, escribí no sé cuánto, y aquí sigo… haciendo un inciso, enviándote un abrazo.

Como te decía, hoy ha sido un día casi perfecto; sólo faltabas tú


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