Mercado

Entrar en una discoteca hoy en día es como el que va al mercado; hay mucha almeja fresca, muslos de oferta y demasiadas moscas alrededor tratando de comer algo con desesperación.

No importa la edad, ni estado ni la condición civil; por no importar casi no importa ni el sexo, a duras penas y última hora. Existe un mercado clandestino que no paga impuestos los sábados por la noche, que busca y encuentra esporádicamente su momento de placer, su libertad... de expresión.

Pido excusas de antemano por no comulgar con la tradicionalidad de los besos no pactados, de no hacer aprecio de los huesos en los huesos, de no besar los labios del 'aquí estoy, porque yo lo valgo'.

Mientras los demás cierran círculos del pasado y viven el presente, yo sigo tratando de invertir en el futuro, amparado en los cuadrados de tu mercado.

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