Cajas de cartón

Hay objetos que están muy presentes en nuestra vida cotidiana y no le hacemos demasiado caso hasta que nos hacen falta, como por ejemplo ocurre con las cajas de cartón. Están por todas partes, reclamando nuestra atención a diario en los supermercados, estancos o al lado del contenedor azul de reciclaje… ese cubo incomprendido que no todo el mundo alcanza a saber cómo funciona, porque entre las personas que no saben que el cartón se coloca dentro y las que lo saben pero acumulan demasiada pereza como para discriminar la basura, acaba su jornada laboral el último de la fila acompañado de restos de otros cubos.

Pero la caja de cartón es única e irremplazable, un clásico necesario en cualquier mudanza. Es probablemente uno de esos objetos inalcanzables para la tecnología, muy a mi pesar en este caso. Hoy en día es posible guardar las fotos de toda tu vida en un pendrive que ocupa menos que algunos llaveros, y sustituir así las clásicas cajas de cartón para transportar todos tus álbumes de fotografía en papel...¿pero dónde guardamos la cristalería, vajilla y diferentes objetos que no se pueden digitalizar? ¡Ah! La caja de carton será eterna.

Aunque, cuidado, recopilar demasiadas cajas de cartón no está bien visto en una parte de la sociedad actual, ésa que basa su vida en las energías y la espiritualidad; los sibaritas de la mente que denomino yo. Normalmente son personas muy documentadas: leen muchos libros acerca de estos temas y/o tienen terapia personal con algún psicólogo que les marca unas pautas a seguir, por lo visto las únicas para todo el mundo. Cuando he conocido a este tipo de personas no sé muy bien si tienen razón, quizás sí, pero desde luego sé que su psicólogo es fantástico, porque hace realmente bien su trabajo con estas personas.

Pues resulta que acumular posesiones materiales forma parte de nuestro ego, qué cosas. Realmente entiendo que es más práctico comprar un objeto que sirva para llamar por teléfono, hacer fotografías y conectarse a Internet entre otras muchas cosas, y así tener menos ego, de acuerdo. Eso sí, personalmente prefiero tener más ego y usar diferentes objetos con sus correspondientes baterías, a que me falle un sólo objeto y no poder usar ninguna de esas aplicaciones... pero claro, para gustos los colores, y para ego, el de cada uno.

Esto del ego siempre me ha llamado la atención. Reconozco que mi autoestima siempre se ha mantenido bastante alta, quizás demasiado, aunque con bajones bruscos como cualquier otra persona en situaciones límite. Pero este tema espiritual que mezcla posesiones materiales con ego, no alcanzo a entenderlo por más que lo intento. Es decir, me choca, no acabo de comprender, que una persona que cada día se pasa alrededor de una hora en el cuarto de baño combinando las gafas, los zapatos y la blusa, y mil detalles superficiales más, tenga menos ego que yo, que en 10 minutos estoy lo suficientemente vestido y combinado para no parecer un pordiosero, por el simple hecho que esa persona disponga de menos cajas de cartón que yo. Supongo que algún día, tal vez, alguien me ilumine y me lleve por el camino de la verdad; tal vez esa misma persona me alquile un trastero en el ciberespacio, cuando se pueda habitar físicamente, del mismo modo que años atrás un cura vendía parcelas en el cielo... y aunque parrezca sorprendente había gente que las compraba.

En fin, cada vez que me toca hacer una mudanza aprendo algo nuevo. Resulta que durante todos estos años tenía el ego muy alto y no tenía ni idea. Ahora no sé qué hacer, con tanto ego acumulado en el pasillo de mi piso; venderlo para llegar mejor a final de mes, si deshacerme de algunas de mis posesiones para mantenerme más equilibrado, o sencillamente cambiar de amistades cuando comiencen a hablarme del ego y la espiritualidad.

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