La belleza del talento

"Es terriblemente triste eso de que el talento dure más que la belleza." (Oscar Wilde).


No es justo. Lo piensas tú y te lo confirmo yo. No es justo que ese rostro angelical, esa blanca y transparente forma de mirar, ese aura inocente que te envuelve -y que envuelve también a los demás- no sea eterno, que dentro de unos años se acabe, y que entonces sólo quede de ti aquello que te hayas preocupado de sembrar en tu interior.

No es justo, todo el mundo lo sabe. Estar en posesión del cuerpo perfecto, compuesto por la clásica cintura de avispa, la belleza de tus ojos y esa mirada penetrante, esa sonrisa perfecta -y saber sonreír en el momento adecuado, haga frío o calor-, tu gusto exquisito a la hora de vestir, sin caer en el exceso de las marcas comerciales ni el la comercialidad de las marcas del mercadillo, y además tener el don de la dulzura en tu voz. No es justo, especialmente para los hombres que se fijan en ti, puesto que tu belleza deslumbra y admiran tanto a aquellos que conocen tu compromiso, como ciega y obsesiona a los pobres inadvertidos, en busca del mejor trofeo de su colección.

La vida es injusta, en todas sus facetas, y tal vez uno de los sentidos de la misma radica en tu presencia aquí y ahora, formando parte de ella, explicándome que alguien conquistó tu corazón y tu alma 'para siempre', o tu presente hasta que el cuerpo aguante... hasta que el talento se interponga entre vosotros y el futuro te acerque a mí.

Dijo San Francisco de Sales que "el mejor remedio que conozco contra los impulsos repentinos de impaciencia es un silencio dulce y sin hiel".

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