Probar antes de opinar

He descubierto que existe algo muy cercano al elixir de la vida, la panacea universal que prácticamente lo cura todo, menos la propia vida claro. Es un pequeño detalle que todavía falta por pulir, pero están trabajando en ello desde hace 80 años.

Se trata de las 38 esencias mágicas, también conocidas como las Flores de Bach, y que nada tienen que ver con el conocido compositor alemán. Se trata de todo un éxito comercial, más conocida como la ‘terapia de las emociones’, capaz de tratar muchos problemas físicos, mentales y emocionales.

Hace algún tiempo ya escuché hablar sobre este tema, por una amistad que no obtuvo muchos resultados con esta terapia. Hoy, a propósito de una conversación sobre el tema, me han invitado a probarlo antes de emitir una opinión sobre el tema, cosa que agradezco pero que por ahora descarto, por muy científico que sea.

Sin embargo, la frase ‘para opinar tienes que probarlo’, que por cierto me recuerda mucho a aquella otra de ‘si no votas no tienes derecho a quejarte’ (de la que ya he escrito lo que pienso anteriormente), me ha hecho reflexionar, y por supuesto informarme mejor acerca de las 38 esencias mágicas de las Flores de Bach.

Por lo visto, para casi cualquier problema hay una planta que supuestamente lo cura. Aunque hay que leer con atención y cuidado las indicaciones y no automedicarse, pues para un mismo problema puede haber hasta cuatro plantas diferentes (como los diferentes tipos de miedo). Por lo que he podido leer hoy (desde mi más profunda ignorancia y respeto sobre el tema hasta ahora), la terapia floral de Bach es la búsqueda y tratamiento del origen verdadero de la enfermedad. Es decir, si tenemos un cáncer, algo que generalmente asociamos a la mala suerte, el destino, y que casi siempre tiene una raíz genética, según la teoría de Bach –creo- es un factor emocional asociado a una emoción negativa. Una emoción negativa que, por otra parte, todavía no he encontrado la planta milagrosa que todo lo cura.

Eso sí, ante tal catálogo de propiedades positivas, a uno le entran ganas de cultivar un jardín botánico en su casa y echar mano de las hierbas según el momento. Lo que no acabo de comprender es que, si las hierbas tienen tantas ventajas, ¿por qué después de 80 años no sólo no mejoramos, sino que, personalmente, tengo la sensación de que todos empeoramos cada vez más? (Será el desconocimiento global, ¡digo yo!, como eso de la religión, que mientras unos se inmolan –matando a inocentes- para acceder al paraíso, mientras otros basan su existencia en el amor eterno a una persona, o eso prometen y firman).

Pero vuelvo a la necesidad de probar antes de opinar. Recuerdo que cuando era pequeño no me gustaba la coliflor; y no me gustaba sólo por el olor, porque aún no la había probado, y cuando mi madre me decía eso, la creí y la probé (por obligación, más que otra cosa, como ocurrió también con la turma, el hígado y los sesos), para efectivamente poder opinar –y confirmar- que no me gusta ni la coliflor, ni la turma ni el hígado ni los sesos.

Con el paso de los años se han repetido situaciones similares, como el tener la certeza de que no me gustan los tatuajes ni los piercing en mi cuerpo, el sadomasoquismo físico (el mental es un libro aparte) o el sexo con hombres, entre otras cosas, sin tener la necesidad de probarlo para poder cerciorarme de ello. Hay cosas que, por encima de las creencias personales, se rigen por las sensaciones e intuición de cada uno, sin más. De la misma forma que las Flores de Bach no afectan por igual a cada persona, no todas las personas aceptan –o entienden- que una flor pueda cambiar su vida, como tampoco es estrictamente necesario tener que probarlo todo para poder emitir una opinión al respecto.

Me pregunto cuántas personas opinan a diario acerca de los políticos, de la situación actual de la sociedad (a nivel social y económico), sin tener la menor idea de las personas que gobiernan nuestro país, o del fútbol, ahora que el Barça está de moda y Messi es la estrella que todos conocen, pero la palabra extremo les suena a algo negativo, y el interior es un piso oscuro al que nunca le da la luz.

La necesidad de probar algo diferente no es más que una necesidad de cambio, cualquiera que sea.

Hace un par de años tuve una época de cambio, una de tantas. Entonces decidí entre la cultura nocturna de empinar el codo, el sushi y el mundo espiritual. Ganó la tercera, por goleada. Digamos que a cierta edad, la discoteca no es el mejor lugar para empinar, ni el sushi está bueno (por más que traten de convencerme los sibaritas de la cocina –y lo probé-).

Entonces decidí leer cosas relacionadas con el mundo espiritual, la meditación, el poder del ahora, y todas esas gilipolleces (con perdón) que utilizan muchas personas para evadirse de su propia realidad. No digo que sean útiles (que lo son), sino que probablemente conocí a la persona equivocada en el peor momento de mi vida. Pero desde entonces comenzó a llamar mi atención, primero su culo… y tiempo después los conocimientos que adquirí en los libros que me recomendó, porque su experiencia y coherencia al respecto dejó mucho que desear.

Así pues, ¿realmente es necesario probarlo todo antes de opinar?

Si crees que sí, te recomiendo un ejercicio muy sencillo:

Cuando termines de leer este texto, sal a la calle y observa a la persona que físicamente menos te atraiga. Fíjate bien en esa persona, obsérvala de arriba abajo, abórdala y piensa que si no la pruebas, no sabrás si realmente te gusta o no. Olvida tus exigencias superficiales y creencias personales. Una vez superada esa prueba, sube un escalón más. Ahora que, sorprendentemente, has pasado una noche fantástica con esta persona, ésta te propone hacer un trío. Es algo que nunca has hecho antes, y te va a dar más trabajo de lo habitual –lo sé-, pero si no lo pruebas, no sabrás si realmente te gusta.

Finalmente, y como último ejercicio, ahora te encuentras en la situación de acompañar a estas dos personas, que te han invitado a un encuentro público llamado ‘Bukkake’. Es algo que jamás se te ha ocurrido practicar, pero claro, como nunca lo has probado tampoco tienes la certeza de saber que te va a gustar o no.

Ahora, dime. ¿De verdad sigues creyendo que es completamente necesario probarlo todo antes de opinar?

En fin, hay quién se toma las hierbas diluidas en agua y brandy para aliviar sus desequilibrios psicoemocionales, rodeados de velas y música relajante, y otros prefieren fumársela para potenciarlos, rodeados de alcohol y música a todo volumen. Al final es una simple cuestión de gustos.

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